En provincias hay temas prohibidos en los periódicos. Este es uno: hablar de los funcionarios públicos y de la polÍtica, más aún en perÍodos pre-eleccionarios. Uno no tiene más que tocarles levemente la epidermis y se arma el escándalo más mayúsculo de la historia. “Me persiguen, me hacen discriminación polÍtica”. Quieren cambiar a funcionarios públicos para colocar a sus compadres. Esto es una sinvergüenzura, es el colmo. ¡¡¡Qué bandidos son!!!

Los pobrecitos se hacen las vÍctimas. Se tiran al suelo. Se remecen las mechas, que casi siempre son muy pocas. Se les remece la gran panza ante la expectativa que van a perder todas sus granjerÍas, todas sus coimas, todas sus sinvergüenzuras. Que no van a ponerse más prepotentes con los funcionarios que estuvieron a su cargo, se desesperan y claman a todas las puertas en un ataque de histeria que les descompone hasta las comidas, cosa que jamás les pasa.

Da pena verlos llorar cuando pierden las garantÍas que nunca se ganaron con honradez. A estos señores que se sienten perseguidos, desesperados porque la mano del Gobierno o de los intendentes se les ha venido encima, nosotros tenemos que decirles algo: el que a hierro mata, a hierro muere…

¿Y cuando ustedes persiguieron? ¿Y cuando ustedes calumniaron para quedarse con los puestos de funcionarios honrados que jamás se vieron metidos en un sumario ni acusados a la opinión pública por irresponsabilidades? ¿Y cuando se abrieron los campos de concentración en Pisagua? ¿No se acuerdan del tiempo de la infamia? ¿No se acuerdan de la persecución más odiosa que ha tenido Chile? Ah, ¡qué mala memoria se tiene y qué cinismo tan tremendo para poner ahora el grito en el cielo!

Es bueno recordar de vez en cuando, para refrescarles las cabezas a estos caballeros gordos. Qué verdad tan grande es aquella de “el que a hierro mata, a hierro muere”. CÍñase a esto, a ver si le sirve de experiencia. Hacer lo que hace la reacción no es aconsejable para nadie. Y sépanlo que cuando los trabajadores mantengan el poder, entonces sÍ que la cosa se va a poner seria, porque todas las injusticias cometidas van a ser pagadas una por una. Los cubanos lo demostraron: los malvados al paredón. Los que mal hicieron, que mal terminen.

¡Cómo llorarÍan estos viejitos que hicieron culto del aprovechamiento, de la intolerancia, que se sintieron dioses en su silla de jefe de funcionarios públicos! ¡Cómo llorarÍan!

Y aunque duela, habÍa que decirlo. ¡Tanta bulla! ¡Tanto agarrarse las mechas! Ni siquiera se les ha echado la policÍa encima, ni han dejado los canallas a la mujer llorando, y a los pequeños con la carita asombrada y angustiada porque se han llevado al papá a golpes lejos de la casa. ¡Qué tanta bulla! Estos caballeritos gordos no han tomado nunca el sabor de la persecución y gritan como mujeres histéricas todo el dÍa, como si les estuvieran comiendo las entrañas.

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