Algunos suponen que hay que levantar temas o producir situaciones especiales para llenar las páginas de un periódico, por muy escasas de estatura material que ellas tengan. Yo entiendo que incluso en un diario de página como el decano mercurial serÍan escasas las columnas para mostrar y pedir soluciones a nuestros problemas locales. Puede que se me acuse de mediocridad por preocuparme de tan insó elitos menesteres. No importa. En esta ciudad, en que vivo más de treinta años, nos han dicho hasta burros y seguimos con el derecho por lo menos a rebuznar, que después de todo no es una gracia muy fácil de realizar. Por eso me gusta ser burro y ser mediocre y andar pisándole el poncho a quienes tienen en sus manos organizar la lucha colectiva por la solución de nuestras más anheladas aspiraciones.
El Guerrillero hace un llamado cordial a los señores alcaldes y señores regidores para que, aunando esfuerzos, respondan a la confianza popular depositada en ellos y ¡trabajen por el adelanto local! Como la cosa anda al lote desde hace mucho tiempo, es necesario detenerse un instante, mirar hacia el pretérito y hacia el futuro, y ubicarse de un presente realista. Necesitamos saber cuál es nuestra situación precisa para saber cómo tenemos que enfrentar las difÍciles encrucijadas que hay en nuestro camino ciudadano. Por eso no nos cansaremos nunca de pedir, aunque sea majaderÍa, un cabildo abierto para que mastiquemos el trasunto de nuestras verdaderas miserias. Só elo conociéndolas en toda su intensidad, haciéndolas carne en estudios concienzudos, podremos iniciar la organización de una gran batalla para terminar con las taras y lacras que nos agobian.
A nadie escapan los problemas, pero muchas veces no sabemos cómo se originan, cómo se proyectan, só elo sabemos sentirlos. Es necesario rumiarlos hasta dar con la salida. Y nosotros creemos que la salida justa, precisa y concluyente es hacer realidad el impuesto al tabaco. Por tanto, pedimos a los regidores y alcaldes que se echen al bolsillo los roces y las leseras y, unidos en un só elo cuerpo unánime, levanten la bandera de lucha por el más caro anhelo de la población, que es este ingreso por la industria tabacalera.
Y lo primero es lo primero: ¡un cabildo abierto!