La desesperación de una minorÍa, que está perdiendo con este Gobierno popular los privilegios que antes ostentaban, cunde como la mala yerba. El sketch levantado por el tontito que se hizo pasar por muerto, perdido en una avioneta, para organizar el asesinato del compañero Allende. Los carajos que empujan a chiquillos a la calle y que finalmente no saben por qué andan metiendo boche. La pelÍcula en Technicolor de los sediciosos y fascistas que le andan buscando el cuesco a la breva y los cinco pies al gato. Las ganas terribles de desatar la guerra civil y derrocar al gobierno legÍtimamente constituido no deja dormir a los momios. Bien. De acuerdo. ¡Pero cuidado, porque les puede salir el cuco!
El proceso ya está en marcha. No hay vuelta que darle. Pensar por un momento que se puede devolver el cobre a los yanquis, los fundos a los latifundistas, las fábricas a los carajos, los bancos a los mafiosos, es pensar con las patas y no con la cabeza. AquÍ hay una lucha de clases planteada que se ha desatado y hay conciencia de ello. Si se quiere terminar con el sistema que Chile ha escogido para llegar al socialismo, es para la derecha salir de las llamas para caer en las brasas.
Si se demostrara que la coexistencia pacÍfica no es válida para Chile, no queda otra alternativa que la otra vÍa. Y esa vÍa no será miel sobre hojuelas para los reaccionarios. La vÍa violenta no es esta vÍa: es la muerte, la sangre derramada, y eso no lo queremos los chilenos, pero es también una alternativa histórica y hay que andarse con cuidado. Este cuco no es de juguete y no es para asustar nenes. Este cuco asusta tanto que, por lo general, los carajos se van a Miami.
Pero que esto sea só elo una especulación. Lo importante es que nunca se den las condiciones para llegar a los extremos. Vamos bien, pese a toda la jaurÍa derechista que está jugando con fuego al ponerse a jugar con la historia.
Echémosle para adelante con fuerza, con vehemencia, con alegrÍa y con entusiasmo. Las grandes mayorÍas nacionales cada vez se acercan con mayor énfasis a la izquierda. Las últimas elecciones lo demostraron claramente. Hay buenas esperanzas para seguir luchando.
No le tengamos miedo al tigre, porque finalmente el tigre también se puede ir de hocico, por muy furioso que se ponga. Eso sÍ, estemos permanentemente alertas. No le quitemos el ojo por ningún segundo y sigamos con pasión en la brecha, que la victoria es nuestra porque finalmente no hay fuerza en el mundo que nos derrote. Por eso, ¡venceremos!