La fobia, la rabia, la neurastenia han hecho perder hasta el sentido humano a quienes comprenden que están perdiendo definitivamente la partida. No es fácil el camino de la revolución: está lleno de cardos y de espinas. Están, por empezar, los frenéticos que se juegan el todo por el todo.

Intentaron matar a mi general Prats. Lo salvó su presencia de ánimo, según contara el taxista RodrÍguez. Quisieron asesinarlo, como asesinaron al general Schneider.

Aunque parezca paradojal, las condiciones son parecidas. Asesinaron al general Schneider, Comandante en Jefe del Ejército, cuando desesperados entendieron que la primera batalla estaba perdida para ellos. Recién se habÍa producido el triunfo de Salvador Allende y tendrÍa que enfrentar, por primera vez en la historia de Chile, un auténtico Gobierno popular. Se desesperaron y asesinaron a un general de Ejército. Se sentÍan perdidos.

Algo parecido ha ocurrido ahora. La elección del 4 de marzo los hizo morderse de rabia: en vez de bajar la votación, Allende la aumentó. Luego vino el paro nacional en que quedó demostrado que una fuerza invencible respalda al Gobierno popular. Vino la terrible desesperación de nuevo e intentaron nuevamente asesinar al Comandante en Jefe del Ejército. Se nota que la batalla número dos también la sienten perdida de nuevo.

Mi general Prats no puede ser calificado de marxista, socialista, ni nada parecido. Mi general Prats es simplemente un general del Ejército chileno, cuyo ideal fundamental es jugarse por la patria en la guerra y en la paz. Un digno representante de O’Higgins. Un hombre entero, que no le tuvo miedo a una chusma organizada, orientada y dirigida; que fue capaz de enfrentar solo el momento culminante de la agresión.

Cuenta el taxista RodrÍguez que en el instante en que es motejado e insultado, y cuando puede recibir una bala asesina en la cabeza, llegó un policÍa de tránsito de esos que andan en motocicleta. Cuando se dio cuenta el general que andaba solo y que también podÍa recibir el ultraje de los momios y ser muerto, le ordenó que se retirara y lo dejara solo. ¡Hay que tener la dignidad de un patriota para un gesto asÍ!

Las tradiciones gloriosas de nuestro Ejército han brillado una vez más con mi general Carlos Prats.

En vano los que quieren desatar una guerra civil contarán con el respaldo del Ejército chileno. Nuestras Fuerzas Armadas responden a una tradición heroica que no se dejará tentar jamás por las aventuras de quienes quieren volver atrás con la patria.

El pueblo tiene ahora la palabra. Una vez más, los ricos quedan desenmascarados.

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