Es raro, pero a veces sucede. Usted juega una partida de póquer con full de ases en la mano, gana legÍtimamente. Y, de improviso, el que más ha perdido se levanta furioso y comete toda clase de desatinos. Se arranca las mechas, se echa las cenizas del cigarrillo sobre la cara y se lanza encima de usted como un loco furioso dispuesto a vengar su legÍtima derrota a bofetadas.

Es lo que le ocurre a Mr. K. No se conforma con la derrota aplastante de la invasión que fraguó a la maravillosa isla de Cuba. Y no es que se me ocurra a mÍ o al diario El Siglo el que Estados Unidos haya fraguado la invasión a Cuba. Nos hemos remitido simplemente a lo que asegura el prestigioso órgano estadounidense Times.

Y esta locura nos concierne a todos los paÍses americanos que entramos a jugar esta dramática partida de póquer. Resulta que el hombre del full de ases le ha dicho al loco que arreglen las cosas a la buena, porque si no la pelea será a finish, aunque él se lleve la peor parte. Pero resulta que el iracundo señor no quiere arreglo de ninguna especie y declara, con los ojos afiebrados de ira, que prohÍbe a todos los demás jugadores que hagan full de ases. ¡¿Qué tal?!

Justo, justo lo que ha hecho Mr. Kennedy. Ha declarado que el comunismo no es negociable en América Latina. Esto significa, lisa y llanamente, meterse en el bolsillo los principios fundamentales de la carta de las Naciones Unidas, dando un golpe soberbio a la autodeterminación de los pueblos que tiene subyugados con sus brillantes dó elares.

Si guardamos un mÍnimo de decencia ciudadana, si todavÍa valoramos lo que es soberanÍa y patria, le diremos que no a Mr. Kennedy, porque todavÍa nos queda el derecho de darnos el Gobierno que más nos convenga.

Abre los brazos histérico, arguyendo que tan cerca de Estados Unidos tiene un paÍs pro-comunista, pero nada dice de las bases erizadas de cañones que tiene alrededor de la Unión Soviética. Esta unilateralidad será rechazada varonilmente por la clase obrera de toda Latinoamérica y, si los gobiernos no hacen lo propio, nos esperan dÍas amargos porque no estaremos dispuestos a soportar tanta arrogancia y prepotencia.

Si Estados Unidos invade directamente a Cuba, tendrá la respuesta que se merece de parte de los paÍses socialistas y de parte de todos los pueblos del mundo. SerÍa preferible que retirara antes todas sus embajadas de América Latina, porque no habrá fuerza policÍaca capaz de detener la mano rigurosa del pueblo, que hará añicos las casas norteamericanas dondequiera que estén.

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