La miseria suele no verse. No se quiere ver. Es molesto cuando alguien extiende la mano para pedir una limosna. Lo mejor para desprenderse de un limosnero es darle una limosna. El mendigo se va agradecido y el donante piensa que se ha ganado el cielo a un precio baratÍsimo: 50 pesos.
Pero la verdad es que no quieren ver la miseria. Hasta aquÍ hemos hablado sobre los limosneros y los mendigos, personajes de tradición que han sido la demostración más palpable, a través de la historia, que las cosas siempre han andado mal. Hablemos de la miseria no profesional. Hablemos de la cesantÍa y de la falta de fuentes de trabajo y producción, que provocan en nuestra ciudad dramas cotidianos.
No hay clubes de Leones o de Rotarios que puedan con tanta pobreza. Yo dirÍa más aún: duplicarÍa ambos clubes en San Fernando, les dejarÍa diez funcionarios pagados para que investigaran la miseria en San Fernando y no habrÍa ni dinero ni tiempo suficiente para acabar con tanta miseria. Para demostrar esto que estamos asegurando, en cada edición vamos a mostrar bien de cerca estos temas, para que nos formemos una idea exacta de cómo se ventilan las cosas en San Fernando.
Cuando el Supremo Gobierno habla de austeridad, de sacrificios por la patria, se puede apreciar cuán lejos está de la verdadera realidad nacional. Cómo se nota que el Presidente de la República nunca ha pasado hambre. Cómo se nota que jamás ha tenido el problema de alimentar una serie de boquitas, que siempre están pidiendo algo.
Nuestro interés periodÍstico no será otro que mostrar ante la opinión pública la exacta estatura de la miseria, que a veces aparece en sus verdaderas formas por la emisora Manuel RodrÍguez, pero que luego se desvanece por una razón bien simple: no habrÍa espacio suficiente, a través de todas las horas de transmisión, para dar cabida a tantos problemas sociales.
En la Intendencia tampoco pueden hacer nada. Y no les falta razón, ¿de dónde? …
Esperamos que la exposición cruda y tal vez dolorosa que haremos en El Guerrillero sirva como un incentivo a nuestras autoridades, y especialmente a nuestros parlamentarios, para crear en San Fernando fuentes de producción para que haya trabajo para todos: ¡única solución a tanta miseria y tanto abandono!
A lo mejor resulta tan interesante como los diálogos de los vecinos de la Plaza de Armas.