Hoy 26 de julio se cumple un año más del asalto al cuartel Moncada en Santiago de Cuba, por un grupo de muchachos comandados por Fidel Castro. En ese momento quedo sellada la rebelión latinoamericana en contra de las dictaduras, en contra de la explotación del hombre por el hombre, y en contra del imperialismo norteamericano.

Para la historia de los pueblos iberoamericanos no importaba el resultado de la gesta. El hecho tenÍa proyecciones futuras de insospechada trascendencia y asÍ fue entendido por todos los revolucionarios del planeta.

En el Moncada se lanzó un grito que remeció toda la estructura ósea del imperialismo. Fue el comienzo del fin. En las mismas barbas del tÍo Sam se encendÍa la antorcha revolucionaria que ya nadie serÍa capaz de apagar jamás.

Por primera vez se enfrentaba con resolución y audacia al gigante yanqui. Los pueblos del mundo quedaron con la boca abierta. ¿Qué pasaba en esa islita? La sangre joven del Moncada acusaba al tirano. Derramada generosamente, sin claudicaciones de ninguna especie, comenzó a construir la esperanza. Fue un intento sagrado que movió a los hombres y mujeres del mundo a pensar seriamente en la victoria. Y la victoria se asomó al camino.

El viejo adagio popular tuvo una respuesta heroica: ¿quién le pone el cascabel al gato? Se lo pusieron en el Moncada y, desde entonces, el gato viene sufriendo derrota tras derrota.

No cabe la menor duda que el proceso chileno no habrÍa caminado tan rápido si no hubiera sucedido el Moncada. AllÍ, donde se concentraba toda la fuerza del tirano, se terminó con el fatalismo latinoamericano. Se establecÍa que el amo yanqui era invencible, que no se le podÍa enfrentar, que era demasiado poderoso. Los fariseos dictaban clases magistrales de resignación.

Pero no contaban con ese grupo de muchachas y muchachos que desafiaron al destino y a la historia lanzándose a un ataque increÍble, só elo creÍble para la juventud, y que finalmente tuvo la respuesta heroica del heroico pueblo cubano, que terminó con la ignominia y la vergüenza, alzándose con dignidad para ejemplo de todos los pueblos del mundo y elevando su estatura telúrica al lado del coloso norteamericano, que se debate como un reptil sin poder doblegar a un pueblo libre que ya encontró el camino de su propia liberación.

El Guerrillero se descubre respetuoso ante el recuerdo de aquellos jóvenes inmolados en el Moncada, porque su sangre derramada sigue inspirando cada vez con mayor fuerza y vitalidad al proceso chileno y de todos los pueblos del mundo. Saludamos pletóricos de entusiasmo las enormes conquistas logradas por Cuba, porque son las mismas conquistas que estamos logrando los chilenos. Saludamos al amigo Fidel en este dÍa glorioso para América y el mundo, al Gobierno revolucionario que conduce, y al gran pueblo cubano, cuna de la segunda independencia americana.

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