Se andan pisando la cara. Están muertos de un dolor. Se fueron de espalda el loro. El famoso show de las cacerolas, magnificado por el Negro Herrera en la radio y por el Lengua de Vaca en el pasquÍn de los fenicios, no pasó de ser un sainete cómico para la risa. Cuatro cacerolas rascas y cuatro viejujas ridÍculas haciendo el loco en la plazuela Manuel RodrÍguez.

El turnio y el pelado haciéndose los graciosos, igual que el payaso pasado de moda que, a fuerza de morisquetas y de abrir las mandÍbulas como un hipopótamo con hipo, descuelgan la risa desde la máscara polÍtica, de quien se rÍe a E° 10 la carcajada.

¿Qué les pasó? ¿Se les anduvieron aconchando los orines? ¿Se les soltaron los tirantes? Y los demás, ¿qué hicieron? ¿Se escondieron debajo del catre?

Fallaron los avisos por la radio. Fallaron los miles y miles de volantes. Volvió a fallar el pasquÍn que ya no convence ni a los mismÍsimos fenicios. Pero especialmente falló el espÍritu combativo, porque no hay espÍritu combativo cuando se defiende una causa injusta, una causa anti-patriota.

Cuando se tiene el refrigerador repleto, cuando el carnicero manda la carne al mismo domicilio para que la carnicerÍa le aparezca vacÍa el dÍa viernes, no se puede salir a la calle a gritar contra el desabastecimiento. Cuando hay plata para acaparar en la despensa y, finalmente, con plata para comprarlo todo, no puede tenerse espÍritu para salir valientemente a defender una posición ideológica.

Hasta nosotros anduvimos haciendo el ridÍculo parando a los campesinos que se querÍan venir encima de San Fernando, asqueados de tanta injuria, prepotencia e insolencia, discutiendo con tanto compañero que estaba dispuesto a jugarse la vida y cuanto tuviera para enfrentarse mano a mano con los sediciosos.

Tanta alharaca para ninguna cosa. Lo que pasa verdaderamente es que solo tienen el poder económico, pero no el poder de masa. La masa son los trabajadores, obreros y campesinos. Naturalmente que hay excepciones: los tontos lesos jamás han fallado en Chile.

Nótese que para la religión o secta que se venga a San Fernando, encuentra ligerito sus adeptos, sean éstos testigos de Jehová, mormones, cuáqueros, acuarios, amigos del chupete, de la cacha de la espada, etc.. No fallan nunca. Son los mismos que ahora, muchos de ellos afirmados en las hilachas y las tirillas, defienden a los ricos y a la derecha.

Lo cierto es que la masa, la mayorÍa, nada tiene que ver con los vivarachos de la derecha y unas cuantas viejujas locas. Finalmente ganaremos en toda la lÍnea y no se ha inventado aún la fuerza suficiente para ganarle al pueblo, porque las fuerzas del pueblo son invencibles. Lo dijo Fidel: “¡el poder del pueblo, ese sÍ es poder!”.

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