Un nuevo invento, una nueva mentira, son siempre los únicos matices que pueden ocupar los momios. Tradicionalmente pillos, caras duras, se acostumbraron al engaño permanente. Pillados con las manos en la masa, empelotados una y otra vez haciendo mercado negro, especulando, acaparando, negando la venta, ocultando mercaderÍas, etc., etc. Insisten en dominar la situación en base a la engañifa, a la chiva.

Coordinando eficazmente la radio, la prensa y la televisión que tienen en sus manos, se han lanzado a demostrar lo indemostrable. La Cámara de Comercio aquÍ en San Fernando dice “nosotros no tenemos nada que ver”, pero desgraciadamente cada especulador que es sorprendido, aplicándosele la ley, es socio de la Cámara de Comercio.

El Guerrillero, en la última edición y en ésta, ha estado demostrando cómo a través de toda la provincia de Colchagua se sigue especulando, se sigue robando a manos llenas hasta en los últimos rincones. Y, sin embargo, los órganos publicitarios de la derecha, es decir, los que ellos mismos controlan, pretenden hacernos creer que la especulación y el acaparamiento corresponde a la Unidad Popular con sus distribuidoras del área de propiedad social.

La mentira es tan burda, tan chueca, que deben ocupar a alienados, a cagatintas de segunda como es el Cara de Pichula, que fue echado con bombos y platillos de una radioemisora porque se le arranca la motoneta con tal fuerza que no es capaz de pillarla ni con Carabineros.

Al parecer se trata de tirar porquerÍa en tan grandes cantidades, aprovechándose de los medios de publicidad a su favor, hasta confundir hasta al diablo. Pero a nosotros no nos confunden. Conocemos exactamente de qué materia están formados. Conocemos a los sinvergüenzas desde hace muchos años, no nos engañan asÍ no más.

¿Qué debemos hacer entonces? Salir muy fuerte al camino. Pararles el carro. Desenmascararlos una y mil veces hasta que les sea imposible disfrazarse de nuevo. Los que esconden la leche para los niños son momios. Los que esconden el aceite y el azúcar son momios. Los que niegan el Omo son momios. Só elo pueden engañar a los tontitos, de esos que no faltan nunca. Tal como decÍa mi abuelo… “se podrán acabar las piedras, pero los tontos huevones nunca”.

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