Echarse el “Manifiesto del Partido Comunista” debajo del brazo y sujetarlo exactamente presionando en el hueco que deja el sobaco, sentarse en la mesa de una fuente de soda cuyo dueño es momio al cubo y dictarse su tremenda cátedra de marxismo, manosear a Lenin como si fuera un muñeco de vitrina, enjuagarse la boca y hacer gárgaras con la Revolución Cubana, no significa ser precisamente un revolucionario.

DifÍcil es entender con claridad lo que significa ser un revolucionario, pero aquella compañerita que para conseguirse un medio kilo de azúcar debe hacer cola un largo rato soportando las chuecuras de un especulador sin remedio, y al dÍa siguiente se levanta muy temprano para ir a quebrar maÍz a un asentamiento, eso es ser un revolucionario. La compañerita es una trabajadora voluntaria. No gana ni cobre. Sabe que debe ayudar al campesino en su cosecha, porque eso finalmente es aumentar la producción. Entiende que por dar asÍ no va a recibir ni siquiera un diploma, ni un aplauso. Só elo que al otro dÍa sentirá molestias en la espalda y en los brazos por el trabajo extra, al cual no está acostumbrada.

La compañerita es posible que no haya leÍdo en su vida ni el “Manifiesto Comunista” ni “El Capital” de Marx, y sepa tanto de Lenin como de esperanto. Es muy posible que no esté afiliada a ningún partido de la Unidad Popular. Pero la compañerita es más revolucionaria que muchos “compañeros” que llegan atrasados a la pega de todos los dÍas, que respetan los festivos con una disciplina envidiable y que no trabajan el sábado en la tarde ni aunque sean arrastrados por una yunta de bueyes.

No se si lo habré leÍdo en algún libro, pero ser revolucionario es amar a la patria, amar al prójimo explotado y odiar al prójimo explotador. Ser revolucionario es luchar por una vida mejor para todos y no para uno solo. Ser revolucionario es amar la vida y creer en ella: una vida sin hambre, sin explotación, sin analfabetismo, sin tuberculosis, sin niños que se mueran antes de cumplir un año. Es bueno leer y estudiar, pero para entender mejor que hay que darse a la causa con honestidad y no por el gusto de batir la lengua.

Hombres y mujeres revolucionarios están apareciendo cada vez en mayor cantidad. Usted puede conocerlos de cerca si va a los trabajos voluntarios. Trabajan cantando y no cobran sueldo ni salario. Son seres distintos, pero son seres de este planeta. Los que parecieran no ser de este planeta y que finalmente morirán olvidados son los que todavÍa creen que los únicos intereses importantes son los propios. El egoÍsmo los enterrará en la noche de los tiempos.

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