La crónica policial de las últimas semanas se ha visto enrojecida con gruesos brochazos de sangre. Basta apenas con un vistazo superficial para darse cuenta que el origen de la mayorÍa de los accidentes, especialmente en lo que se refiere a los hallazgos de cadáveres, se deben única y exclusivamente al vicio del alcohol.
Sobre esta materia ha sido mucho lo que se ha escrito y nada en limpio aún ha podido lograrse. El hombre, ante la miseria que lo rodea, busca una salida a su angustia refugiándose al calor de una botella. DifÍcil, tal vez imposible aún, serÍa conseguir el destierro de la miseria y de la falta de posibilidades, pero por lo menos tenemos la obligación de aminorar en parte el terrible flagelo.
Se hace estrictamente necesario que las autoridades competentes planifiquen una nueva batida contra el clandestinaje alcohó elico, una de las plagas más contundentes en nuestra ciudad. En otro tiempo se ha hecho y con inusitados y magnÍficos resultados.
Hay que volver a una intensa campaña, porque apenas se advierte lejanamente la negligencia aparecen como callampas los boliches clandestinos, incluso casas particulares donde el vino corre a destajo. De esta manera se estará haciendo algo por evitar, en parte, los dramas en la gente de nuestro pueblo.